jueves, 28 de junio de 2007

SIN LUJURIA CONCEBIDO. Capítulo II: Muñeco del diablo.

Esos gritos resonaron en la memorias de los presentes en el parto por mucho tiempo. Fueron gritos desgarradores, de pánico. Lo peor fue que era un susto, debido al niño que acababa de nacer.

Era excesivamente feo, sin ninguna gracia. Tenía los ojos saltones, grandes orejas, piel oscura, una excesiva cabeza y la nariz grande y chueca. Qué creación de la naturaleza. El médico, después de la impresión, tomó al recién nacido y lo bajó al suelo, dejándolo al lado de la pared. Cuando le preguntaron por qué hacía eso, respondió: "Si se va a los ladrillos, es una barata".

El pueblo lo recibió con risas, y a la vez, con asco. Nadie se atrevía a tomarlo, ni siquiera a acercarse. Creían que era un engendro del demonio, una maldición. Lo apodaron "el muñeco del diablo". Su madre, al saberlo, sufrió una crisis depresiva. Por las penurias que pasó en su embarazo, el no saber quien es el padre, y lo feo del niño, la hizo ver que nada sería fácil, lo difícil recién comenzaba. El niño se llamaba Eustaquio.

Pero el niño creció sano, fuerte, y era adelantado respecto de otros niños. Aprendió a caminar a los 3 meses, ya que nadie lo tomaba en brazos. Su mamá estaba orgullosa, pero nunca supo la verdadera razón. Una vez Hermenegilda le dio limón para que bebiera de su jugo: fue el limón quien se arrugó.

Pero Hermi nunca flaqueó. Peleaba con todos, quienes se atrevían a molestar a su bebé. Cuando sus familiares le preguntaba por qué hacía eso, ella respondía: "siempre lo haré por el chico" (el chico es el hijo, por cierto).

La infancia de Eustaquio fue triste. El no saber quien fue su padre lo costernaba. Además, siempre se crió solo, sin amigos. Nadie se acercaba a él, por los prejuicios de los vecinos. Sus amigos eran 2 amigos invisibles que creó en sus ratos de soledad, pero hasta estos amigos conversaban entre ellos, dejándolo solo.

Lo terrible vino al cumplir los 6 años. La celebración de su aniversario (no fue nadie a la fiesta) lo marcará por siempre. Ese día, fue a pasear sólo por el campo. De pronto alguien se acercó por atrás, lo tomó fuertemente y le dijo:

-¡Deborah está presa!

-¿Quien es Deborah?-preguntó inocentemente.

Justo en ese momento fue volteado, y sintió un agudo dolor...

continuara...

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